La semana pasada hablé con Garro para hacernos una escapadita de Escalada. La idea era hacer alguna tapia emblemática y pelear deportiva en alguna de las tantas mecas que tenemos en España para ello.
El menú parecía que iba a pasar por Riglos y Rodellar, lo cual me entusiasmaba, porque no había estado todavía en ninguno de los dos sitios.
llegados a este punto, la verdad que los días de depor me venían un poco por descontado y lo que me ponía más tenso era la elección de la ruta en Riglos. Por un lado escalar con Garro me da mucha confianza; tiene el culo pelado de pasar por todas las tapias más recias de la península y además pelea los largos con una tenacidad espectacular, de ahí que le llamemos Garrecio. Sin embargo por otro lado, a veces también se mete en buenos berenjenales.
Cotando la actividad, decidí que me veía bien abriendo largos de hasta 6a y que no me importaba ir de segundo en 6b, dependiendo de cómo se vea el largo. En un primer momento todo apuntaba a la “Mosquitos” a la Visera, aunque Garro sutilmente había introducido por ahí la posibilidad de la Rabadá-Navarro al mallo fire. De hecho creo que por watsapp la mencionó muy brevemente pero describiendola como la “joyita de riglos” o “caramelito de piris”, la verdad no me acuerdo bien, pero fue una de esas frases que te taladran la idea en el cerebro.
Cuando buscas el croquis (croquis de Xosé y Toño?), lo primero que llama la atención es la espectacularidad de la vía y su esteticidad. Lo segundo que me llamó la atención es que sobre el papel parecía muy factible y además era una Rabadá-Navarro. No cumpliré este año mi sueño de la RN al Urriellu, pero tal vez esto sea lo más cerca que estaré.
Por los aperturistas y el año de apertura, 1961, me imaginé que sería una vía casi más de alpinismo que de escalada, pero eso en un primer momento me dio mucha confianza, ya que me considero bastante mejor alpinista que escalador.
Me asustaba de esta vía la posibilidad de embarcarnos y meternos en un lío en la pared, como veis, tiene muchas travesías y si te sales de la vía la roca deja de ser buena y estás en un lio.
Lo bueno es que unos días antes de salir, Carlos y su compañero de cordada David, habían decidido sumarse a la actividad. Además, Carlos ya tenía hecha la vía de hace varios años. Bueno, ahora parece que por lo menos vamos un poco más a tiro hecho.
Sin embargo son 11 Largos y finales de octubre, Garro y yo ya nos vamos preparando para salir del torreón y hacer el descenso de noche aunque Carlos insiste en que para las cinco de la tarde estamos en cima.
Plan de batalla: quedar al día siguiente en el parking de Riglos a las 7.30. Decidimos meter un juego medio de friends, un juego de micro friends, un juego de fisureros asimétricos, alguno normal, los DMM peanut y unas 14 cintas largas o extensibles. (De poder elegir yo recomendaría para esta vía los Totem, Totem micro, BD X4 o los Alien, aunque no os emocioneis que poco friend podréis meter, aunque sí que es verdad que alguno va en sitios clave).
Bivouac en el parking y al lío.
Al día siguiente, como no podía ser de otra forma, con toda la pachorra, nos plantamos en el pie de vía pasadas las 9 y 15. Carlos sigue muy convencido de que antes de las cinco estamos arriba. Además mientras se lanza a abrir el primer 6b vemos que está bastante cosido e incluso hay un lazo a un puente de roca para trampear el paso duro. Esto nos carga de optimismo y nos lanzamos al zurrón sin pensarlo.
Garro abre el largo tras Carlos y David. Para cuando entro en la pared son ya pasadas las diez y decido hacer A0 en el lazo, que todavía ni hemos calentado y aún quedan diez largos por delante de los cuales cuatro sextos.
Llegados a este punto me cuelgo los cacharros y abro el siguiente V+; ahora sí me noto escalando muy fino y llego sin complicación a la reunión. Aunque ojito a los quintos de esta vía que hay que escalarlos. Garro me coje enseguida y confirma esta teoría. Se lanza a abrir el siguiente largo que nos brinda un momento portada desnivel. La motivación está alta.
Cuando llegamos a la R3, cojemos a Carlos en la Reunión y se respira tensión. David se ha embarcado fuera de la vía y está apurado buscando los puentes de roca. Finalmente consigue reconducirse y encontrar la travesía. La vía es traicionera y es fácil perderse. Hay variantes, parabolts y cordinos que salen por todas partes y a veces seguir la línea más natural o el diedro más obvio significa salirse de la vía.
Esto me puso tenso; bueno de hecho no conseguí quitarme del todo la tensión durante toda la actividad. Era mi primer día en riglos y aunque la roca era efectiva y buena, parece una avalancha de lodo y piedras solidificadas. De vez en cuando sí que rompías algún pie o mano, además es muy difícil meter protección flotante y cuando lo haces es entre dos rocas del tamaño de un puño que están solidificadas al barro. De hecho, exactamente igual que los puentes de roca, vamos que está prohibido caerse liderando esta vía.
Le delego la apertura de este largo a Garro, que se lanza sin rechistar y conseguimos negociarlo muy bien. Vamos muy bien de tiempo.
Me lanzo al siguiente largo que discurre por un tramo vertical y luego va en travesía hacia la derecha. En la travesía se progresa sobre buitreras y panzas, por lo que hay que meterse bastante en el barro para buscar el siguiente puente de roca y seguir el rumbo correcto.
Los alejes son importantes y feos, a tomárselo con calma, tocar bien la roca y asegurar cada paso.
Garro se lanza a por la siguiente reunión y menos mal que acabo de ver pasar por él a Carlos. Es difícil de ver el comienzo de la travesía y dan ganas de seguir por el diedro central en vez de hacer travesía hacia el diedro de la izquierda.
Otro quinto con carácter y reunión. Me lanzo al siguiente larguito, que a pesar de ser IV+, mejor no menospreciarlo, meto unos cuantos fisureros por aquí y por allí, puesto que solo hay un puente de roca; pero repito, en esta vía no vale caerse liderando.
Vamos muy bien de tiempo y empezamos a creernos que igual sí que salimos sobre las cinco y sin escalar de noche, aunque también llevamos un rato tostándonos al sol. se hace muy duro estar en las reuniones cocinandonos y quedándonos aplatanados, medio deshidratados y casi sin ganas de escalar para cuando te toca.
Estamos en la séptima reunión y le toca abrir a Garro; ya me avisa que la salida del V+ es bastante tiesita. Tarda mucho y le cuesta salir de este largo. Oigo algo por ahí pero no consigo distinguir lo que dicen. Al de un buen rato oigo un fuerte “Reunión”, y me toca ir al lío.
Doy un buen trago de agua y me como un par de barritas para quitar el aplatanamiento, aunque funciona solo a medias. De segundo no me da mucha guerra el paso de quinto, aunque en el tramo más vertical rompo un pie que me deja medio colgando de los brazos. No es que fuese muy espectacular ni mucho menos, pero el tirón ese me da como un calambre en el bíceps, lo justo para sentir que ya llevamos muchas horas y que esto hay que pelearlo metro a metro.
Recupero y sigo tirando sin demasiado problema, aunque de repente me planto debajo de la reunión y ante dos panzas desplomadas. La primera de ellas se ve que hay que pasarla con un paso de bloque.
Me asomo a ella, me vuelvo un poco loco y vuelvo a bajar a un cazo a darme un aire. En ese momento Garro me comunica que nos hemos saltado la reunión intermedia y que estoy ante el paso de 6b de la panza de la francesa.
Por un lado alivio porque pensaba que esto era el V+ y ya me estaban entrando sudores solo de pensar en el 6b; aunque por otro lado no me apetecía nada comerme ese paso con el aplatanamiento que llevaba.
Vuelvo a mirar el paso y aunque David y Carlos decían haberlo hecho en Ao, yo no veía cómo se podía hacer, los parabolts no quedan demasiado prácticos.
Bueno, llegados a este punto me lanzo al paso, lo saco bastante forzado, pero me pierdo un poco entre los siguientes cantos hacia la segunda panza.
Viendo que era más que probable que cayera, intento avanzar rápido para alinearme con el segundo parabolt y evitar pendulear y efectivamente, caigo de maduro.
Aunque no hago mucho péndulo, las cuerdas estaban rozando en la repisa de la reunión por lo que Garro me pega un buen tirón para que me espabile y me arrastre los últimos metros a la reunión.
Intensito la verdad; pero ahora ya sabemos que hemos pasado lo más duro y que en dos largos salimos por arriba.
Estamos en la base del torreón y ante el largo más emblemático de la vía. Podemos ver a David abriendo pegándose un homenaje a la escalada fina y elegante sobre regletas. Evidentemente, yo sigo jadeando y Garro me coge todos los cacharros. ¡¿Después de las remadas que se ha metido de primero cómo se iba a quedar sin abrir el largo más estético de riglos!?
La verdad que no pongo demasiada resistencia.
Las dos cordadas lanzamos el largo bastante rápido, yo entro el último y voy disfrutando como un enano. Se agradecen el par de parabolts que hay por ahí por si quieres darte un aire, que obviamente me dí.
Son casi las cinco y ya estamos en la última reunión, Carlos y David acaban de salir del largo; última apretada. Mucha motivación, una buena hinchada y por lo menos el sol empieza a aflojar un poquito.
Garro se mete en el último largo, los pasos vuelven a ser más fáciles, pero hay un aleje fuerte, en este punto empezamos a tener un drama muy desagradable. Las, cuerdas que estaban nuevas, comienzan a rizarse y cada vez cuesta más darle cuerda hasta el punto que se me hace un nudo que tardo un rato en solventar y que le pilla en medio del aleje. Una vez solucionado y dejando de lado la tensión salimos por arriba.
En este punto solo puedo quitarme el sombrero ante Garro que se ha liberado toda la vía y nos ha sacado por arriba. Carlos y David llevan esperandonos en la cima algo más de una hora y nos hacemos una foto dream team.
En ese punto estaba muy contento pero un poco molesto conmigo mismo porque no he conseguido dominar la vía como me hubiese gustado. La verdad es que estos cabrones son enormes personas y no paran de repetirme que vaya bautizo de fuego me he cascado en Riglos. Me aseguran que no encontraré a nadie nunca que su primera vía en Riglos sea la Rabadá Navarro. La verdad no lo sé, y seguro que esta será una de esas medallitas que te pones orgulloso en el pecho. Ir de Sancho Panza en esta vía es ser el Capitán América en la mitad de las tapias que he escalado. Si Rabadá y Navarro enserio pasaron en el 61 con clavos y alpargatas en artifo por la panza de los franceses me quito el sombrero. De hecho es impensable que en esa época y con ese materia, se plantasen al pie del mallo fire, vieran una línea que parezca viable, se lo creyesen, que se metieran en este fregado y que salieron por arriba cinco días más tarde.
Una vez en el suelo, tras lanzar todo el material al coche, una birra en Ayerbe y buscar otro bivouac cerca de Rodellar todo se vé un poquito más sencillo y más lento.
Mañana tocan techos de séptimo, pero eso ya es otra batalla.