Esta va a ser la primera vez que escribo en la guía de aventuras acerca de aventuras suaves, así que no veréis grandes paredes de roca, corredores enrocados, pero tal vez os inspire a descubrir Noruega en el otoño. Esta vez lo hago por dos razones principales; la primera es que no necesitamos hacer nada extremo para disfrutar de la naturaleza y explorar. La segunda, como bien sabéis, trabajo de guía en los fiordos Noruegos y suelo escuchar de vez en cuando a muchos excursionistas quejándose del mal tiempo que hace en Noruega, de lo aburrido que es Noruega con mal tiempo y del viaje tan malo que les ha salido.
Desde luego el tiempo es una de las preocupaciones principales cuando organizamos un viaje a Noruega. No hay forma de darle la vuelta a esta tortilla, en ninguna época del año. Algunas personas no acaban de entender que a lo que llamamos verano en Noruega no es precisamente lo que se conoce por verano en la rivera mediterranea.
Del mismo modo, es un clima rudo combinado con esos paisajes dramáticos lo que convierte a Noruega en Noruega. Además, la verdad es que muchos de mis mejores viajes y recuerdos de Noruega han sido en otoño y con condiciones propiamente nórdicas.
El otoño también tiene sus bondades. Finalmente después de varios meses de hiperactividad turística en esos puntos calientes puntuales, por fín se pueden organizar las cosas más calmadas, sin prisas, sin dramas, sin hordas de gente y sin precios inflados. Noruega empieza a respirar otra vez de una forma más pausada, entrando en el pausado ritmo del invierno. Los colores del otoño, la magia de los primeros copos de nieve, la luz metalizada del cielo azul, las primeras auroras boreales….
Lo que considero extremadamente importante para un viaje con éxito a los fiordos en el otoño es la preparación. Los días se van haciendo cada vez más cortos, puede helar a las noches, probablemente la lluvia esté presente y desde finales de agosto es bastante probable que empiecen a caer las primeras nevadas en las montañas.
El material tiene que estar a punto. Tienes que entender que lo que has comprado como zapatillas de monte en tu tienda urbana en clima mediterráneo, por mucho que tenga el logo de un fabricante de montaña, es bastante probable que no funcione ni para la ciudad en Noruega.
El otoño no es solo mal tiempo. De hecho si estudias las tablas meteorológicas históricas, te darás cuenta de que en un gran porcentaje, el periodo de septiembre a mediados de octubre suele ser más seco y soleado que agosto.
Noruega es bello por que es salvaje. Los senderos no van a estar siempre marcados, suelen tener fuertes pendientes, exposición puntual y siempre hay que cruzar pantanales en algún momento. Es indispensable saber leer un mapa y saber navegar por terreno complejo. El clima puede ser extremadamente cambiante. No es raro empezar el día en camiseta para vernos unas horas más tarde con la chaqueta plumifera de campo base y una capa antilluvia de gore-tex intentando encontrar nuestra cabaña en medio de la lluvia y el viento.
Por otro lado, esto no significa que estas actividades tengan que ser extenuantes, extremas, masoquistas o fuera del alcance para un gran colectivo de viajeros. Sin embargo, si siendo un poco sinceros con nosotros mismos pensamos que nos viene grande con nuestras habilidades en la naturaleza, de lectura de terreno y conocimiento de los microclimas locales, entonces probablemente sea una buena idea contratar a un guía.
Me gustaría subrayar otra vez la importancia del conocimiento de los microclimas locales. Especialmente cuando las tormentas entran del oeste, hay que ser adaptativos y no se puede esperar seguir un plan fijo inamovible. Hay que adaptarse para buscar esas zonas con climas más protegidos. Esta es sin duda la parte más complicada y la que más experiencia requiere, pero puede marcar la diferencia entre pasaros vuestras vacaciones mirando por la ventana de vuestra estancia esperando a que pase el apocalipsis o entre estar ahí fuera haciendo una bonita excursión con algunos episodios de lluvia y viento moderados.
La lluvia puede hacer algunas cosas imposibles o frustrantes. En una semana de fuertes lluvias es poco probable que nos vayamos a pegar un empacho de escalada en roca, sin embargo la lluvia no importa demasiado cuando navegamos en kayak o surfeamos. De hecho todas mis mejores experiencias en kayak han sido en días muy cambiantes.
Tampoco puedes equivocarte con las cabañas. Siempre un gran recurso en los vastos paisajes de los fiordos. Como lo llamamos por ahí, “koselig”, o acoger, siempre es un gran plan para esas noches que se alargan. Las cabañas también son el campo base perfecto para excursiones de medio día por las mesetas de montaña, o hasta las cumbres nevadas or para buscar lagos en los que pescar truchas.
Podéis encontrar más información, aventuras y fotos en mi instagram @onthebelay y no dudéis en dejarme un email para más información o programar vuestra siguiente aventura.